Recuerdo aquel día que un pañuelo
volaba a tu alrededor,
lo alcanzaste poeta de fina estirpe
lo besaste y lo abrazaste ¡Me enamoraste!
sellando nuestros nombres con fina
seda de amor, ¡como resplandecían!
Ni el oro ni la plata ni siquiera el ancho mar
lo apocaban, eran nuestros nombres juntos
en unas velas blancas y nuestro puerto,
en una rosa roja que voló en una nube
hacia mi.
Hoy no estas mi poeta, ni las velas, ni las rosas,
un mar enfurecido se lo trago,
hoy, ya no hay alma de poeta,
también murió parte de mis letras,
solo me queda mi amor.
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